Cómo hacer Oleatos y Aceites Medicinales

De las Semillas junto a las Flores, la permeabilidad de la Piel junto a lo más profundo, en el fuego del Sol.

Oleatos al Sol y al baño María (aceites vegetales macerados en plantas medicinales)

La Preparación de Aceites Macerados es realmente fácil. Maceración es el proceso de dejar una hierba en algún medio, en este caso, aceite, durante un determinado tiempo y pasan los principios activos liposolubles de la planta, al aceite.

Hay dos procesos de maceración: en frío y en caliente.

Maceración en frío, que sería al fuego del Sol:

Es realmente preferible, si disponemos del tiempo, macerar las hierbas de esta forma, ya que se conservan mucho mejor las esencias.
Necesitamos:

* Un frasco de boca ancha transparente.

* Una hierba seleccionada (ver la parte de selección de hierbas en “Cómo preparar Tinturas Madre y qué son”).

* Aceite: hay muchas opciones: puede ser de girasol orgánico (hay algunos realmente buenos, prensados en frío), de oliva (tiene mucha vitamina E, pero por su fuerte aroma se lo suele mezclar con otros aceites), de coco (este aceite cambia su consistencia dependiendo de la temperatura del ambiente, se recomienda poner como máximo un 10% en la mezcla total de aceites), de almendras (éste es buenísimo, no tiene ninguna contra, salvo el precio).

La mezcla de aceites depende de nuestra propia inspiración y del propósito que deba cumplir el ungüento.

*Un frasco ámbar para guardarlo.

Procedimiento:

  1. Ponemos la Hierba o Flores (la de Caléndula deja el aceite anaranjado, y además es muy bonito ver las flores enteras en el aceite) en el frasco.
  2. Cubrimos la hierba con el aceite y dejamos que sobrepase dos centímetros, la hierba no debe estar en contacto con el aire.
  3. Usamos un pedacito de tela porosa, como la arpillera, o la gasa y cubrimos el frasco, asegurándola con una gomita elástica.
  4. Ponemos una etiqueta con la fecha, porque vamos a dejar el preparado al menos 14 días en maceración (las brujitas nos relacionamos mucho con múltiplos de 7, número mágico: suma del cielo 3 y la tierra 4, para el tiempo de preparación de los preparados; así que dejamos la hierba en el aceite 14 días o 21 días, o 28, y así sucesivamente) al sol durante el día y entrando el frasco al atardecer, para que no le entren las gotas de rocío. En lugares secos, como Capilla del Monte, podía dejar los aceites durante la noche también, para que absorbieran la energía de la luna, además de la del sol.
  5. Pasado el tiempo, se cuela la hierba y se conserva el aceite en un frasco de vidrio color ámbar.

¡Se etiqueta y listo!

Aceites Macerados en Caliente:

Este procedimiento tiene la ventaja de que se puede hacer mucho más rápido. Muchas veces combino ambos procedimientos en la elaboración de un ungüento o crema (ver “Cómo preparar Pomadas y Cremas”).

Necesitamos:

* Una olla.
* Un recipiente preferentemente de Barro, que quepa en la olla dejando las asas afuera de ésta, para poder maniobrar sin quemarnos.
* Aceite (ver indicaciones para maceración en frío).
* Hierba.
* Frasco ámbar para guardarlo.

Procedimiento:

  1. Poner el aceite a calentar en el recipiente de barro (conserva mucho mejor el calor, y nos acerca a la tierra) al baño maría (dentro de la olla con agua), a fuego mínimo, muy, muy mínimo.
  2. Agregar la hierba, la cantidad que sea necesaria, siempre que el aceite la esté cubriendo.
  3. Tapar el recipiente de barro y dejar que se macere al fuego durante cuatro horas.
  4. Importante ir agregando agua, ya que se va evaporando en la olla.
  5. Tanto para poner la hierba en el aceite como para mezclarla (usaremos una cuchara de madera), lo hacemos girando en sentido anti-horario, que es el sentido en que gira la tierra.
  6. Pasado el tiempo de maceración, dejamos enfriar, colamos y etiquetamos.

Estos aceites son muy apreciados para la preparación de Ungüentos, Pomadas y Cremas ….

Es muy lindo preparar uno anaranjado de Caléndula, uno verde de eucalipto… y soltar la imaginación…

¡LA Naturaleza es Belleza Pura!

¿Sobre el tipo de aceite ¿qué es necesario saber primero?

  1. Que sea prensado en frío (que no sea refinado)
  2. Mejor si es extraído de semillas de cultivo orgánico.
  3. Hay especificaciones para tipos de piel y aceites, que no son tan importantes como los puntos anteriores.

En nuestras primeras preparaciones nos relacionaremos con estos dos:

Aceite de Girasol (prensado en frío)

Después del aceite de cártamo es el más rico en ácido linoleico y después del de germen de trigo, lo es también en vitamina E. Es el aceite extraído de las pipas de girasol.

Ideal para el cuidado de pieles grasas y mixtas, es uno de los pocos aceites no comedogénicos, también normaliza la secreción de sebo. El Aceite de girasol es muy beneficioso para la piel porque fortalece la barrera protectora natural, suaviza y regenera. Tiene propiedades antioxidante y anti-inflamatoria.

Contiene ácido linoleico (63%), ceras, fosfolípidos (lecitina), carotenos, vitamina E.

Fortalece la barrera de la epidermis, suaviza y alisa la piel. Tiene acción anti-radical y anti-inflamatoria.

Aceite de Oliva

De entre alguna de sus propiedades tiene una gran proporción de ácidos grasos esenciales, lo que hace que los productos cosméticos que tienen este aceite natural, tanto leches corporales como cremas faciales sean muy eficaces y aporten a nuestra piel hidratación, nutrición y elasticidad.

Protege a la piel de agresiones exteriores, cuando hace frío podemos añadir unas gotas a nuestra crema corporal y también podemos aplicar este aceite a nuestros labios para mantenerlos más hidratados.

¿Por qué especificamos que no sea refinado?

Para explicar bien este proceso, voy a extraer una parte del libro “grasas saludables” de Nestor palmetti. Después de leerlo, verán, ¡¡No querrán tener nunca más en su cocina un veneno tan tóxico en su cocina!!!!

“Conociendo los procesos industriales de extracción y refinación de los aceites (que comenzaron a realizarse a inicios del siglo XX), comprenderemos la magnitud del problema.

Dado que cada tipo de semilla tiene un proceso industrial distinto y que el ámbito de este trabajo nos impide entrar en puntuales detalles técnicos, invitamos a los interesados en profundizar el tema, a consultar la obra del Dr. Jaime Scolnik “La mesa del vegetariano”, que analiza pormenorizadamente el sistema extractivo industrial de cada de aceite. Aquí nos limitaremos a los aspectos básicos generales que afectan la calidad nutricional de los aceites.

Las semillas oleaginosas (girasol, maíz, lino, algodón, maní, etc.) entregan aceite a través de un proceso de compresión mecánica. Según la calidad de la prensa y la dureza de la semilla, si el proceso se realiza totalmente en frío, se logra extraer hasta el 20% del aceite contenido. Pero como estos valores resultan comercialmente insatisfactorios, las grandes industrias utilizan temperatura, calentando las semillas antes del prensado, hasta llegar a valores de entre 80 y 100ºC. Luego de la primera presión, el aceite aún contenido en la semilla se extrae en un segundo paso con ayuda de un solvente derivado del petróleo (el hexano), haciéndose hervir la mezcla. Lo obtenido se somete luego a temperaturas del orden de los 150ºC a fin de recuperar el solvente por evaporación, proceso que nunca alcanza el 100% de eficiencia y que por tanto deja residuos tóxicos en el aceite. Según el tipo de semilla, en todos estos procesos se utilizan tratamientos con soda cáustica y/o ácido sulfúrico para corregir la acidez y neutralizar el aceite.

Así se llega al aceite llamado “crudo”, cuyo estado resultaría impresentable para el consumidor y que requiere ulteriores procesos de refinación para poder ser envasado. En el proceso de neutralizado se utiliza hidróxido de sodio, donde la combinación con ácidos grasos libres permite la separación del jabón producido. Con el jabón se van minerales y valiosos fosfolípidos. Luego se realiza el proceso de desgomado que remueve más fosfolípidos (lecitina) y minerales (hierro, cobre, calcio, magnesio, etc).

Posteriormente viene el blanqueado, proceso que se realiza al vacío a temperaturas del orden de los 95/110ºC, con el auxilio de decolorantes (como el hidrosilicato de aluminio), donde se eliminan los pigmentos de clorofila, xantofila y betacarotenos. Finalmente se llega a la desodorización, proceso que exige temperaturas de entre 180 y 270ºC en atmósfera controlada. Esto se hace para retirar malos sabores y olores del aceite, productos del mismo proceso industrial, ya que no estaban presentes en la semilla. Con los sabores y olores, se eliminan los aceites aromáticos y los restantes ácidos grasos libres sobrevivientes.

A esta altura el lector, aunque no tenga conocimientos técnicos, puede imaginar lo que queda en ese líquido transparente, insaboro e inodoro que vemos en los envases transparentes de las góndolas, muchas veces ostentosamente presentado como el resultado de “cinco procesos de refinación”, pero sin valor nutritivo, tóxico y que requiere de antioxidantes (generalmente sintéticos) para impedir que se vuelva rancio y pueda soportar meses de permanencia en los estantes expuestos a la luz.

A partir de los 110ºC los ácidos grasos comienzan a alterarse químicamente. Por sobre los 150ºC las grasas insaturadas se vuelven mutagénicas, es decir peligrosas para nuestros genes, y cancerígenas. Por encima de los 160ºC se forman los ácidos grasos trans. Esto ocurre cuando se ha producido una transconfiguración del aceite y las moléculas de hidrógeno se han movido de lugar. En nuestro cuerpo actúan peor que la grasa saturada, son tóxicas, crean radicales libres, son mutagénicas y cancerígenas.

Las industrias no nos dicen que parte del aceite que nos venden está en configuración trans y tampoco nos advierten de sus peligros. Muchos investigadores creen que esta es una de las causas primarias de los grandes retos de la era moderna: el cáncer y las enfermedades del corazón. Tampoco se sugiere al consumidor que los aceites poliinsaturados no deben utilizarse en procesos de cocción por su tendencia a la oxidación (tal vez porque ya lo han cocinado en el proceso extractivo y han tenido que agregarle antioxidantes). Del mismo modo no se advierte sobre la necesidad de proteger los aceites insaturados de la luz (hecho que antes se lograba con el uso de botellas de vidrio oscuro), deterioro magnificado por los envases transparentes y la iluminación de las góndolas.”

Extraído del libro “Grasas Saludables”, Néstor Palmetti.

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